miércoles, 17 de octubre de 2012

When it rains

Hoy soy una mina feliz. 
Siento que ya no soy la pre-adolescente miserable e hipócrita. 
Ya no soy la vulgar fotocopia del fracaso, ya no soy una lágrima o una gota de sangre derramada por un ojo... quizá, también un brazo. 
Hoy, puedo decir que soy la psicóloga de muchísima gente y que me encanta ayudarlos, tener esa oportunidad de decirles que las cicatrices te representan por más invisibles que sean a veces.
Hoy, tengo a un pendejo increíble al lado mío. No sé si es real, no sé si estoy alucinando, pero sé que él es todo de mí. Él es parte de mí y yo soy parte de él.

Las cicatrices existen en mí, son esas que demostraron que pude salir adelante. No lo hice sola, mis viejos y el amor de mi vida me ayudaron. Primero, ellos: mamá y papá, después, mi novio; el que me diría que soy hermosa, perfecta y buena. No sé cómo estoy acá con mis antiguos pensamientos psicópatas, mis ganas de dejar de existir y mi eterna tristeza.
A los once años, llegando a los doce, me ahogué en un profundo mar de lágrimas. Una corriente, me carcomía, y cuando ya casi dejaba de existir, alguien me salvó.

Soy linda. Por dentro tengo dos pulmones, un estómago, un hígado, tripas, pero mi personalidad es linda y físicamente también lo soy.
No estoy sola, estoy acá. Estoy viva, me salvaron, por más que a veces llore por estupideces, estoy viva. Más que viva.

A todas esas chicas, a esas chicas que se cortan, que vomitan, que aman sus huesos: linda no es flaca y fea no es gorda. 
Que tus huesos se noten a flor de piel no son sinónimo de perfección. 
La perfección está fuera de las etiquetas, fuera de Ana y Mía. Las personas, tanto hombres como mujeres, somos perfectos cuando somos nosotros y no unos flacuchos débiles de por ahí. Así logramos disfrazarnos de otra persona, de Ana. Y yo, y ustedes, y ellos, no son Ana. 
¿Quién es Ana y en dónde está? Ana no existe, Ana es la anorexia mal llamada. 
Todos aquellos que tienen los huevos bien puestos como para ponernos etiquetas, son los que no pueden llorar, entonces quieren ver a los demás hacer lo que ellos no pueden.

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