lunes, 1 de octubre de 2012

Her friends

Me voy a contradecir un poco, bah, bastante. Dije que no hablaría sobre mis actividades cotidianas pero esto creó una diferencia que considero abismal sin exagerar.
Resulta que hoy mi mamá decidió llevarme a caminar a un parque grandísimo de Lanús. Acepté su invitación porque al fin y al cabo, terminaría sentada en uno de los banquitos o en el pasto ya que odio el deporte y odio caminar; prefiero leer y escribir.
Salí muerta de sed y de calor como mamá. A lo que ella pregunta: 
-¿Querés un helado o una gaseosa? -Respondí:
-Uyy, no sé... bueno, quiero una gaseosa... ¡mirá! Ahí hay un kiosco. -Y como siempre me tiene que pasar a mí, los chicos de turno tarde de cada colegio salían.
Mi mamá no tuvo mejor idea que ir a un kiosco que está al lado de un colegio privado y caro que se llama Laussane o algo así. Sin embargo, eso no importa. 
De lejos, bah, de lejos digo, de cerca prácticamente, vi a una chica de pelo corto y uniforme. Esa esa Rocío; la famosa "mejor amiga" mía. No la saludé porque no la reconocí y además, estaba con sus amigas.
Eso fue doloroso; yo siempre con mi mamá, con mi papá o con mi novio y ella con miles de amigas mujeres. Me hace sentir estúpida algunas veces; todavía no me suelto de la mano de mis viejos pero tengo novio. Es algo ilógico pero al fin y al cabo es real aunque cueste creerlo. Siempre voy a ser la hija linda, inteligente y cómica de mis papás, pero también la hija que se enferma seguido, la hija que quiere las cosas caras (libros, por ejemplo) y la hija deprimida que necesita un psicólogo y anti-depresivos (claro, pero a los cinco minutos estoy más que bien y parece que la depresión jamás hubiera existido para mí y en mí).
Apenas entré al kiosco, empecé a ver gaseosas, a pensar cuál quería y buscaba una Coca-Cola descartable. Mientras buscaba la bebida, alguien se me apareció por atrás. Me tocó la espalda y a continuación me saludó con un beso en la mejilla: era Rocío. 
Me dolió hasta el interior de mis doscientos seis huesos. 
Roci, eras mi mejor amiga. Eras lo que más quería, eras mi oxígeno y te terminaste convirtiendo en dióxido de carbono; algo tóxico pero sin embargo estabas y estás en mí todavía. 
Rochi, te necesito. ¿Sabés cuánto te quiero? ¿Sabés cuánto te necesito? No. ¿Sabés cuánto miedo tengo de decírtelo? No sé, pero lo reflejo.
Sus amigas la apuraban: "dale, dale, elegí una gaseosa"...
                                                                                      ¡Te quiero muchísimo! Aunque estemos más que distanciadas y seamos abismalmente diferentes.

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