miércoles, 5 de septiembre de 2012

un día

Prácticamente, metafóricamente me paraste en frente a un espejo y me prestaste tus ojos. 
Me mostraste que yo no soy la mierda que pienso de mí, que realmente soy hermosa por fuera y por dentro. Me cuesta creerlo, pero me lo repetís siempre y siento que son más que palabras; que realmente sentís y que realmente sabés qué me estás diciendo. 
Nunca voy a desconfiar de vos. Nunca. Así como suena, así como alguien lo puede sentir de una buena manera. Jamás voy a desconfiar de alguien así, que me muestra una realidad la cual niego.
Dije tantas pero tantas veces que soy una mierda que me cuesta creerlo; me miro trescientas veces frente al espejo; ¿soy hermosa realmente? Y después ahí estás vos. Diciéndome que soy hermosa, que soy perfecta y que soy única. No me gusta que me digan esas cosas, no sé por qué (quizá porque se me ponen las mejillas coloraditas) pero cada vez que me lo decís me siento diferente y veo cómo me mostras una realidad la cual no quiero ver y la cual no me creo.
La primera vez que nos hablamos "bien" tenía el presentimiento de que estaba mandando todo a la mismísima mierda; estaba mostrando mi realidad. Yo era una mierda, yo no te merecía, vos te merecías a alguien millones de veces mejor que yo. Me imaginaba que ibas a probar si era una mierda o no, si era cierto o no lo que decía, pero no. No me pusiste a prueba jamás. Me dijiste muchísimas veces que soy todo lo contrario a lo malo que pienso de mí misma.
Con vos hay algo distinto, siento lo que decís. Lo siento más que nunca.
Por muchísimas razones que ni siquiera sé yo, te amo. Te amo muchísimo. Te amo demasiado...
Nunca, pero nunca te voy a dejar. A pesar de todas las cosas, sabés que siempre voy a estar ahí para lo que sea. 
Te amo otra vez.
Te amo.
Te amo.
Y te amo...
¿Dije que te amo?
¿No?
Bueno.
Te amo.

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