El bullying es uno de mis temas favoritos para hablar y para tratar.
Creo que pasé por eso una etapa de mi vida, muy poquito tiempo y no fue para nada grave pero tuvo la capacidad suficiente de herirme, de hacerme doler.
Explico: nunca fui una chica clásica por así decirlo. No voy a usar el término "diferente" porque me resulta egocéntrico, al igual que única. De chiquita tuve los mismos hábitos que cualquier nena chiquita tiene: jugar con muñecas, etcétera.
En algún momento de mi vida tuve que crecer (qué desgracia) y me encontré con muchos muros con los cuales me choqué pero escalé con las rodillas sangrando.
Maduré muy rápido por alguna razón y eso se empezó a reflejar en mis criterios y forma de hablar; usaba otros términos y me expresaba con claridad (cosa que aún hago). Escuchaba otra música y me vestía distinto. Ahí fue cuando comenzaron mis otros hábitos; nunca fui a bailar: cuando las chicas estaban maquillándose y vistiéndose con polleras cortas, yo estaba en recitales, leyendo o escuchando música. Eso, según muchos, reflejaba a una persona diferente y eso era una razón para insultarme y apartarme.
Me decían que era rara, que estaba sola, que era estúpida, que era una prostituta, etcétera. Una vez, en quinto grado de primaria, me encontré tirada en el piso con el guardapolvo sucio y "amigas" tapándome la boca, esto resultó porque tenía las notas más altas del grado. Después, mi mejor amiga, tuvo el suficiente valor de amenazarme con pegarme y co tirarme esmalte para uñas de color verde en el pelo. No me importaba si lo hacía, quiero decir, no me importaba lo que me llegase a pasar a mí si lo hubiera hecho. Me hubiera importado más ella, su actitud nueva y moderna.
Quizá, lo mío jamás fue bullying pero dolió.
Ahora, vayamos al caso verdadero:
Las personas que sufren de bullying son personas que en su casa pueden tener problemas; la violencia familiar, por ejemplo. Y quienes los insultan y lastiman también; reflejan a alguien que se come su propia bronca y la descarga con insultos hacia los demás. Es algo realmente abominable y molesto.
No pretendo que el mundo sea pura paz porque sé, más que bien, que eso es imposible. Tampoco pretendo ser parte de una sociedad perfecta que desconozca a este tipo de imbéciles. Pueden ser conocidos, pero el bullying se tiene que parar.
Regalarle una sonrisa a alguien que lo sufre, que lo tiene que vivir y que llorar, es totalmente gratis y reconfortante. Esa persona te lo agradecería muchísimo porque es algo que realmente necesita todos los días. Una simple sonrisa puede pintar de colores su día.
No hay que ser la fotocopia de los demás; no hay que copiar sus actos, hay que hacerse diferenciar.
Cualquiera de nosotros el día de mañana puede ser gordo, bajo, feo, etcétera. La actitud refleja quién sos, no tu cuerpo.
El acoso escolar (o bullying), también, puede ser físico. Las heridas emocionales duelen, pero las físicas también.
En fin, nunca seas la fotocopia de un imbécil. Las personas que sufren de bullying, que son acosadas en los establecimientos escolares agradecerían más que mucho una sonrisa, porque es lo que más necesitan para todos sus días.
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