viernes, 16 de noviembre de 2012

Eso no me arregla, eso no me arregla a mí...

Millones de veces te busqué, abrí más las heridas y en donde había cicatrices, ahora salía sangre.
No tenías noción de lo que yo hacía, buscaba que reaccionaras ante mí, que me pusieras cada pieza en su respectivo lugar. Pero... nunca fue así.
Uno tiene premoniciones, estúpidas premoniciones. Son unas vendas que te acercan cada vez más a la fantasía sin manchas negras, pero al final, el destino es quien te arranca esa ceguera, esas vendas que te hacen mierda...

Qué rápido es el paso de la luz a la oscuridad, de la convicción a la duda...


No hay comentarios:

Publicar un comentario